HASÉL

Si tenemos que empezar este texto explicando por qué una persona no puede ser condenada por escribir, mal vamos. Menos aún si lo hace sobre un elemento que dilapida fondos públicos junto a toda su familia con total impunidad. No puede serlo nadie. Tampoco pueden serlo unos titiriteros porque alguien con la piel muy fina, que sólo ve las cosas desde un punto de vista determinado, cree que hacen apología al terrorismo. 

Ni siquiera es una cuestión de libertad de expresión, te puede parecer bien o mal lo que esa gente pueda decir, pero es que realmente no han hecho nada. Enaltecer el terrorismo o injuriar a la corona, son sinónimos de llevarle la contraria a papi estado y nadie puede ni debe ser condenado por ello. Hasta donde creíamos saber, la ley condena hechos, no palabras, o eso debería hacer. Sin embargo, hay tantos hechos últimamente no condenados… Robos de cantidades ingentes a la ciudadanía por parte de bancos, dinero negro a raudales pagado a personas con el mismo nombre que el presidente del gobierno en partidos políticos que tienen todo el poder en su mano, elementos que poseían información interesante fallecidos en extrañas circunstancias, másteres obtenidos a punta de gatillo, reyes que a su vez son asquerosos ladrones, fugados… ¿Por qué la ley condena palabras, y no hechos? 

Ni siquiera los elementos de raza negra que no quieren mirarse al espejo y se pasan el día vomitando discursos de odio racista, estúpidos. Ni siquiera la nueva enferma mental del nazismo, la que aún considera que la culpa es “Del judío”. Ni siquiera los inútiles que creen que el machismo son los padres y lo dicen por televisión, trajeados eso sí, merecen ser metidos en la cárcel por ello. ¿Qué hacer entonces con la gente que incita al odio? Pues bien me parece que se abra un debate sobre ello, pero lo más probable es que la mejor respuesta sea NO HACERLES NI PUTO CASO.

Hoy veintiuno de febrero del veintiuno ha aparecido un artículo en la vanguardia que, según parece, intenta justificar el hecho de que Hasél esté en la cárcel porque es un elemento violento. Lo hace indagando sobre su entorno, hablando de su padre y de su madre, de la manera más rastrera posible. Es lamentable que un periódico como éste permita que se publique un artículo de tales características. Me dan igual los anteriores episodios de rabia de Hasél. Me da igual si quería estudiar en su día o no. Me da igual que sus letras sean una auténtica mierda desagradable al oído y por supuesto me da igual quién carajo sea su familia. La cuestión HOY es que está en la cárcel por injurias a la corona y si mañana deben condenarle por agresiones que lo hagan, pero eso no justificará su actual ingreso en prisión. 

Por otro lado, es lamentable lo que está sucediendo en mi ciudad. Es lamentable que la violencia se siga imponiendo a la razón a la hora de luchar por nuestros derechos, deberíamos haber aprendido ya algo más. Deberíamos ser más inteligentes y atacar a los que nos conducen como a ovejas de una manera más punzante y menos escandalosa, pero, ¿quién puede hablar aquí sobre esas personas que están en la calle gritando? En general, se habla de ellos como de “los cuatro elementos de siempre” pero no son cuatro, ni cerca de serlo están. Son muchos y muchas las que están allí, enfrentándose a policías armados hasta los dientes. ¿Acaso lo hacen por gusto? ¿Es que todos ellos son ultra violentos? ¿A tanta gente le gusta la sensación de peligro y los problemas con las supuestas autoridades?

Para empezar, la gran mayoría de las manifestaciones han sido pacíficas. Marchas a favor de la libertad de expresión, que es como se ha llamado a todo esto. Muchas de estas personas que se manifestaban pacíficamente se han visto atrapadas en altercados iniciados por los que queman contenedores y rompen escaparates, pero éstos últimos no son el standard en esta urbe. Lo cierto es que son una pequeña minoría y que por más escandalosa que sea la imagen de un contendor ardiendo, que tanto gusta a periódicos y televisiones, no dejan de ser casos puntuales vistos en perspectiva, con los cientos de calles que tiene Barcelona. Esta ciudad no está como el 19 y 20 de Julio del 36, días de gloria de una revolución con fundamento, pero de otra época, por más que los medios quieran que así la veamos.

Todo esto de arriba, lo escribo sin tener en cuenta que la mayoría de estos violentos, lo son debido a la falta de recursos, de educación y de familia. Lo son porque son los olvidados. Los que ya no saben qué hacer con sus miserables vidas. Jóvenes sin futuro, que ya ni siquiera pueden volcar su ira haciendo música porque la ciudad no permite el ruido. 

La violencia no soluciona ni solucionará nada, pero no es con reproche y condenas como se la parará. Sólo puede eliminarse aportando algo a aquellos que están faltos, especialmente de educación. Lo único que ha hecho la política al respecto es alimentar este tipo de situaciones, propiciar que aparezcan y cuando al fin estos olvidados florecen arrasando con todo lo que tienen delante porque no tienen otra opción, los aparta en prisiones para que se reproduzcan. La políticos ya han tenido demasiadas oportunidades para hacerlo bien, pero seguimos huérfanos. Ya basta de incitar al odio. Ya basta de no hacer nada. Ya basta de prender la chispa y gritar fuego. Es hora de eliminar los intereses políticos de esta ecuación. 





Comentarios

  1. Muy bien, de acuerdo en el análisis. Quizás se tenga que poner de relieve el pulso entre socialistas y unidas podemos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Xxabel, buena idea para un nuevo escrito.

      Eliminar

Publicar un comentario