La culpa no es de Amazon

Imaginemos una situación de bullying. Ahora están tan de moda, que no nos costará visualizar a ese matón indeseable mirando con cara de vinagre a su víctima, justo antes de agredir deliberadamente. Cuando éste agrede por primera vez, lo hace bajo su única responsabilidad, no le pide permiso a nadie y nadie puede imaginar lo que va a hacer. Pero una vez esa agresión pasa al conocimiento colectivo y especialmente al conocimiento de los dirigentes del colegio en el que se da la situación, la responsabilidad de la segunda agresión deja de ser el niño o el adolescente y pasa a serlo (al menos en un porcentaje X) también de la dirección de la institución. Para mí, ese porcentaje va aumentando con el tiempo, hasta que llega un punto en el que la única responsable de que esa situación se siga repitiendo es la dirección. 

Muchos perfiles públicos han aparecido en las últimas semanas criticando a Amazon. A sus políticas y a su monstruoso crecimiento. Hablando sobre su evidente ventaja frente al pequeño y mediano empresario. Alentando a la gente a que no le compre ni un clavo. Es evidente que han identificado bien al matón, al bully. Además tiene calva de película, risa de malvado y es muy, muy rico. Pero se están equivocando estas personas en volcar toda la responsabilidad en este infame abusón, porque aquí la dirección se llama gobierno y no hace nada por proteger a su tejido empresarial. 

Es verdad que hay un componente moral antes de comprar en Amazon pero no olvidemos que la mayoría, hoy, vivimos asediados por el trabajo y muchos más con dificultades para llegar a fin de mes. Querer ahorrar dinero y tiempo es normal. 

Los máximos responsables a estas alturas de que Amazon siga operando y tributando tal y como lo hace, en todos los países sin diferencia, son los gobiernos. ¿Cuánto costaría ponerle un límite de venta en cada país? ¿Cuánto subirle los impuestos hasta que no fuera tan competitivo por las evidentes ventajas que tiene su modelo? Los barrios, los trabajadores, y la vida social basada en la interacción mueren acosados por bullys tecnológicos gigantes que nos hacen todo más fácil para quedarnos en casa y no mover el culo del sofá. Acosadores del siglo XXI. Pero son los gobiernos los que miran desde la barrera y no hacen nada por protegernos. 








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