Medallas de triunfos ajenos

Debo reconocer, sumergido en una especie de amargura constante, que nunca simpaticé con Podemos. En realidad, nunca fui amigo, ni tampoco lo seré, de cualquier partido político que considere que para cambiar las cosas es necesario tomar el poder. Creo que tenemos ya demasiados ejemplos que nos demuestran que tomar el control suele ser sinónimo de perder el rumbo. Hay demasiado dinero en juego y demasiado dando vueltas como para que quien sea que esté en el gobierno se preocupe más por el bien de sus conciudadanos, que por el suyo propio.

Lo que pasa es que con Podemos me siento como un abuelo gruñón, de esos que cuando todo el mundo está contento por el simple echo de estar juntos comiendo alrededor de una mesa, sigue quejándose porque la sopa no está suficientemente caliente. Pues mientras la mayoría de gente progresista está contenta, yo sigo enfadado y gruñendo.


Es cierto que dentro de la desgracia, Podemos es el único atisbo de cambio en política desde hace años. Lo que no es cierto, es que esto vaya a durar mucho, y desde el momento en el que han conquistado un pedazo de la vara de mando han empezado a delatarse, pues el poder CORROMPE, no hay otra opción. No hay otra vuelta. No existen antecedentes contrarios a esta máxima y por supuesto Podemos no va a ser una excepción.

Empecemos por el principio. Podemos nace en base al malestar general, básicamente como un nuevo modelo anti-capitalista, en un momento en el que la sociedad está completamente revolucionada contra la constante opresión y poca empatía del Estado. Este movimiento, se inscribe en el registro de partidos políticos del país y promete cambiar las cosas a mejor si es que se les permite tomar el poder. Pero demuestran, ya de entrada, obviar o no saber cómo funciona el Estado si para cambiar las reglas, antes quieren cumplir con ellas.

Cuando en el futbol hay una falta, se para el juego. Se pita la falta, y luego se sigue. No se puede cambiar el juego dejándolo seguir. Esto es algo muy básico, que unos supuestos anti-capitalistas deberían tener muy claro. Lo que pasa es que cuando el poder o el dinero están en tus manos, las cosas de repente ya no parecen tan malas. Seguramente, al principio sigues ilusionado, creyendo que tienes los medios para modificar aquello que no te parece justo, pero poco a poco, el poder y el capital te van abrazando y te convierten en un adefesio recalcitrante, de esos que dicen una cosa y como si no se dieran cuenta, hacen otra: como Felipe González.

Esto es lo que viene pasando en los últimos meses, Podemos ha llegado al poder y demuestra todo lo anterior. ¿Cómo puede ser, si no, que algo que nace en base al odio hacia el Capitalismo pueda unirse a las instituciones del Estado de una manera tan sigilosa y amigable? ¿Cómo puede un partido como Podemos arrimarse tanto a un grupo como el PSOE, que ha demostrado ser una marioneta más del Capitalismo y de la monarquía, igual de mala o peor que cualquiera de las que se llaman “de derechas”?  ¿Cómo puede una persona como Pablo Iglesias, que llamaba Casta a todos los políticos que no fueran él mismo, sentarse en un despacho embebido en madera lleno de banderas a actuar como sus antiguos adversarios? Habrá quien diga que para llegar al poder, no había otra opción. Pues bien, eso quiere decir que la opción que planteaba Podemos de entrada no es la que le interesa a la mayoría. Y por tanto, no se merecen estar en el gobierno.

Para derrocar al cruel Capitalismo en el que vivimos, primero hay que derrocar al Estado. Y no se derroca al Estado trabajando para él. ¿Cuántas veces debemos repetir el mismo error? ¿Cuántas veces se concentra el malestar de las personas en una formación, que cuando llega al poder se convierte en lo mismo que ya había?

Si avanzamos hacia una mejor sociedad no es gracias a ningún partido político, es gracias a un mayor conocimiento general, una mayor responsabilidad social y al fin y al cabo, a una evolución por parte de la población. Parece ser que a Podemos le encanta lucrarse de esta evolución y como ya hemos visto desde el principio de su existencia se apropia de ideas que son generales para conseguir poder o hacerse propaganda. En este sentido, la semana pasada se dio una situación que me pareció denigrante.

España es aún, por desgracia, un país extremadamente católico. El catolicismo no se ha conseguido erradicar de este país, básicamente porque Franco se lo metió a nuestros abuelos con embudo y sus coletazos todavía nos alcanzan. También porque se ha permitido que la iglesia se ultra desarrolle, llegando a los rincones más inesperados como un bastión de poder al que se le permite, por ejemplo, no pagar impuestos que no se perdonan a nadie y dejando que hagan y deshagan a su merced. Si alguien cree que la iglesia no ha tenido nada que ver en los sucesivos gobiernos, por lo menos hasta el último mandato de Aznar, no sabe en qué país vive. 

Por todo esto, la iglesia viene consiguiendo desde hace décadas que se regulen las leyes a su antojo y deseo. Una de las medidas que se ha estado retrasando y que se debería haber tomado hace ya muchos años es la de la protección de los niños. Niños abusados o vejados por parte de adultos. Las leyes más duras contra la pedofilia, deberían ser hoy algo tan común como el comer. Sin embargo, con afán de proteger a algunos poderosos pastores, estas leyes no han existido.

Este hecho, ha sido una muestra de derrota de la sociedad. Un claro ejemplo más del triunfo de los retorcidos poderes que nos rigen. Enmendar esto, no es por tanto algo de lo que podamos enorgullecernos, más bien deberíamos sentirnos avergonzados de no haberlo hecho antes, como cuando los nazis perdieron a Hitler y sólo entonces se dieron cuenta de que estaban masacrando a la población judía. Cerrar el pico, bajar la cabeza y enmendar el error en silencio, es lo que procede en estos casos.

La semana pasada, Podemos, desde su particular manera de actuar y ya desde el Gobierno, utilizó la figura de un conocido músico para darse bombo de nuevo, creando una ley con su nombre y mostrando al mundo cuán buena es la nueva vicepresidencia. Y si mis cálculos no fallan, seguirán procediendo de esta manera hasta que consigan el poder absoluto y puedan entonces hacer lo mismo que vienen haciendo todos los políticos del mundo: lo que les da la gana.

Pero si Podemos está en el poder por nosotr@s y gracias a nosotr@s, debería estar creando este tipo de leyes sin afán de ruido, sin ganas de reconocimiento, sin gritar: ¡MIRADME! Deberían estar actuando así, simplemente porque es lo que hay que hacer.

España sigue fabricando y traficando con armas que se usan para matar, sigue permitiendo que haya gente subsistiendo en las calles a base de miseria y enfermedad, sigue haciendo que los estudiantes pasen el día en barracones y sigue permitiendo que los bancos expropien la vivienda a abuelitas de 90 años que no tienen dónde ir.

¿Va a esperar Podemos a que aparezca alguna persona famosa que haya sufrido en sus carnes estos problemas para atajarlos mientras sigue chupando del erario público?

Mientras exista una soberbia esfera de gente con traje y mucho cuento, que vive mejor que la media de la población sin pegar palo al agua todo apunta a que nada de esto cambiará. Parece ser que Podemos sólo ha llegado al gobierno para perpetuar lo que ya había.



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